Fabiola Garmendia

Capítulo 32

"PERFECCIÓN O EXCELENCIA" ¿Dónde está la línea que las separa?

Hoy vamos a hablar de un tema que no solo es relevante para la gestión de farmacias, sino que toca nuestra motivación de áreas como profesionales: La diferencia entre perfección y excelencia.

Me gustaría desmenuzaros qué significan realmente estos dos conceptos, cómo impactan en nuestra práctica diaria y cómo influyen en la planificación estratégica de nuestra farmacia. Porque al final esos términos guían nuestros objetivos, la forma en que servimos a nuestros pacientes y hasta cómo nos sentimos como líderes de nuestras farmacias o de nuestros negocios.

Mi intención hoy es ayudarte a reflexionar sobre qué enfoque es más saludable y sostenible para tu farmacia y para ti como profesional.

Vamos a hablar de la perfección y la excelencia como dos fuerzas opuestas que, si no entendemos bien, pueden marcar la diferencia entre una farmacia que prospera y una que definitivamente se estanca.

Vamos a ver la definición y las diferencias entre ambas.

La perfección. Empecemos con ella. La palabra perfección a menudo nos trae a la mente la idea de ser algo impecable, sin errores. Un concepto que en la práctica se traduce en un estándar imposible de alcanzar.

Y esta búsqueda de la perfección puede volverse un lastre que afecta tanto a las farmacias como a ti, como líder de ellas o líder de tu negocio. ¿Cómo se manifiesta la perfección? Se manifiesta en farmacias donde el propietario está pendiente de cada detalle, donde ningún proceso está lo suficientemente pulido, donde cada decisión se analiza una y otra vez antes de implementarse por miedo a que no sea perfecta y esto genera un entorno estresante, ineficiente y lo más importante, paralizante tanto para el dueño o el líder como para el equipo.

Ahora, la excelencia. Por otro lado, tenemos la excelencia, que no se enfoca en hacer las cosas sin errores, sino en hacer las cosas de la mejor manera posible, dadas las circunstancias que independientemente tengamos para poder llevarla a cabo.

 La excelencia acepta la posibilidad de fallar, pero se compromete a aprender de cada intento. Se trata de mejorar continuamente y de mantener un enfoque en el crecimiento y el desarrollo.

Una farmacia orientada a la excelencia toma decisiones ágiles, evalúa el proceso con base a la evolución y no en la perfección estática. Es aquí donde los errores se ven como oportunidades de aprendizaje y no como en fracasos.

De hecho, yo siempre lo he pensado como farmacéutica, que soy igual que tú, que hemos estudiado una carrera en las que no se nos ha permitido el error, porque cuando estamos creando un medicamento en la facultad, por ejemplo, cuando hacíamos una fórmula magistral o la hacemos hoy en día en la farmacia, no nos podemos permitir ese error y eso inconscientemente lo trasladamos a cada proceso o a cada momento del trabajo de tomar decisiones en la farmacia.

Y tenemos muchas veces que relativizar las cosas y ver si es mejor hecho que perfecto. Por eso quiero que reflexionemos.

La primera pregunta que te quiero hacer es: ¿Estás persiguiendo a la perfección o estás persiguiendo la excelencia?

Porque la perfección desde ya te digo que es inalcanzable y además agotadora, mientras que la excelencia, por el contrario, es motivadora y por supuesto que sí es alcanzable.

Ahora quiero hablarte sobre cómo la búsqueda de la perfección impacta en la farmacia.

Primero es un desgaste personal y del equipo. Como te dije antes, la obsesión por la perfección puede desgastarte a ti y a tu equipo. Los farmacéuticos que buscan la perfección a menudo terminan trabajando horas extra revisando y rectificando detalles una y otra vez, y se sienten insatisfechos incluso después de completar un trabajo.

Esto lleva a un agotamiento crónico y en la farmacia se traduce en un entorno de presión y estrés constante.

Número dos: La parálisis por análisis. Cuando buscamos la perfección, nos enfrentamos a lo que llamamos parálisis por análisis. Es cuando cada decisión se analiza tantas veces que al final no se toma ninguna decisión. Las farmacias que caen en este ciclo ven una ralentización de su proceso más despacio. No hay nuevos proyectos, no se implementan mejoras y con el tiempo, por supuesto, pierden competitividad.

Por otro lado, el impacto en el servicio al paciente. Además, esta mentalidad impacta directamente en el servicio al paciente. Si estás obsesionado con no cometer errores, cada interacción con el paciente se vuelve rígida, robótica. Temes equivocarte, incluso tienes un lenguaje demasiado técnico para el paciente, cosa que el paciente no entiende. Esto hace que no haya una conexión y el resultado es que los pacientes perciben esa inseguridad, esa falta de naturalidad, lo que afecta la experiencia de cliente en tu farmacia.

Entonces, ¿por qué la excelencia es el camino a seguir?

Primero, la excelencia fomenta la innovación. La excelencia es dinámica, no se conforma con lo que es perfecto hoy, sino que busca siempre un mejor mañana.

En una farmacia que persigue la excelencia, cada miembro del equipo tiene permiso para proponer ideas, probar nuevas formas de trabajo y, por supuesto, explorar nuevas formas de atención al paciente.

Esto genera un ambiente donde se fomenta la creatividad y la colaboración.

Número dos: La excelencia se basa en la mejora continua. La búsqueda de la excelencia implica aceptar que siempre hay espacio para mejorar y eso es muy positivo.

Si tú implementas, por ejemplo, un nuevo servicio como la atención farmacéutica domiciliaria, la excelencia no se trata de hacerlo perfecto desde el primer día, sino de hacerlo lo mejor posible, lo mejor que sabes y luego mejorarlo con el tiempo, basado en el feedback por supuesto de tus pacientes, que es para quienes está destinado este servicio.

Y número tres, quiero darte un ejemplo real. Por ejemplo, una farmacia en la que trabajé hace unos años quería implementar un sistema de atención personalizada para controlar enfermedades crónicas. El propietario buscaba la perfección, el diseño de la manera más rigurosa, procesos complejos, protocolos súper detallados, pero nunca los implementó porque siempre tenía la sensación de que no estaban listos.

De hecho, cuando me buscó me dijo: Oye, esto es que no sé ya que vuelta a darle, no arranco. Mira a ver cómo me ayudas. Y lo que hicimos fue cambiar el enfoque hacia la excelencia. Probamos el sistema con un grupo muy pequeño de pacientes y fuimos evaluando resultados y lo ajustamos hasta que funcionó de manera óptima. Si hubiésemos esperado la perfección, esa farmacia nunca habría comenzado con ese servicio.

Y para terminar con este episodio, hoy lo que quiero es que veas que hemos analizado la diferencia entre perfección y excelencia y cómo estos enfoques van a afectar en las decisiones que tomamos a diario, por muy simples que parezcan.

Te repito, la perfección es inalcanzable, mientras que la excelencia es un proceso continuo que te permite aprendizaje y adaptación.

Por eso te invito a que reflexiones en qué punto esta tu farmacia. ¿Estás persiguiendo la perfección? ¿Cómo eso está afectando a ti, a tu equipo y a tus pacientes? ¿Qué podrías hacer hoy para dar un paso hacia la excelencia en lugar de esperar la perfección?

Muchas gracias por acompañarme en este episodio. Si este tema te ha resonado y quieres profundizar en cómo aplicar la mentalidad de la excelencia en tu farmacia, no dudes en contactarme o déjame tus comentarios

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